Cómo tratar la rotura del ligamento cruzado de la rodilla
Desde la Clínica de Fisioterapia Carmen Alonso, en Alpedrete, te contamos cómo tratar una de las lesiones más extendidas entre los deportistas de deportes como el fútbol, el baloncesto, el ciclismo o el esquí: la rotura del ligamento cruzado de la rodilla.
Descubre cómo tratar una de las lesiones más extendidas entre los deportistas de deportes como el fútbol, el baloncesto, el ciclismo o el esquí: la rotura del ligamento cruzado de la rodilla.
Función del ligamento
Formado por fibras colágenas (tejido elástico y sólido a la vez), es el que se lesiona con más frecuencia en la rodilla, controlando:
- El desplazamiento anterior de la tibia sobre el fémur (cajón anterior) tanto en flexión, controlado por el fascículo anterointerno (anteromedial) del ligamento (parte más débil), como en extensión, controlado por el fascículo posteroexterno (posterolateral, más resistente).
- La hiperextensión (genu recurvatum) de la rodilla.
- Las rotaciones externa e interna (sobre todo la interna) de la rodilla.
Rotura de ligamento cruzado de rodilla
La gran mayoría de las roturas de ligamento cruzado anterior (70-80%) se producen en ausencia de contacto externo y es más común en mujeres que en hombres. En cuanto a su mecanismo lesional la mayoría de las veces la pierna lesionada está en contacto con el suelo a la vez que se produce o una hiperextensión (por ejemplo al apoyar la pierna tras un salto) o un valgo de rodilla (la rodilla va hacia dentro y la pierna hacia fuera) sumado a una rotación ya sea interna o externa (producido por ejemplo por un cambio brusco e inesperado de dirección en una carrera) superando los límites fisiológicos de elasticidad y resistencia del ligamento.
Factores de riesgo
Además de estos mecanismos lesionales puramente mecánicos hay una serie de factores de riesgo que predisponen (condiciones potenciales de daño) a esta rotura de LCA entre los que están:
- Una descompensación o desequilibrio muscular entre el cuádriceps (vencedor) y los isquiosurales, provocando un predominio de la activación de los extensores de rodilla, lo que incrementa la tensión sobre el LCA.
- Ser mujer, ya que su ángulo Q (mide la alineación de la rodilla con respecto a la cadera) es mayor, lo que hace estresar más los ligamentos de la rodilla. Además influye que su área transversal del LCA es menor y el ciclo menstrual, que puede predisponerlas a sufrir lesiones de este tipo.
- Factores ambientales como el tipo de superficie donde se practique el deporte o el calzado. A mayor más fricción más probabilidad de lesionarse.
Diagnóstico
Para la exploración física después de la lesión las maniobras exploratorias más comunes que sirven para mostrar la inestabilidad articular de la rodilla por una lesión de LCA son la “Prueba del Cajón Anterior”, el “Test de Lachman” y el “Test del Pivot Shift”.
Aunque las lesiones del LCA se diagnostican mediante resonancia magnética , no siendo necesaria una cirugía de reconstrucción a no ser que se haya producido una rotura o desgarro completo del ligamento o que el paciente no tenga mucha inestabilidad en la rodilla al realizar actividades en su vida diaria que la involucren mucho. En muchas ocasiones cuando el LCA se rompe completamente otras estructuras como el menisco medial (interno) y el LLI (ligamento lateral interno) también se pueden romper, lo que se denomina triada.
Como hemos dicho, si es una rotura parcial no habrá operación pero se necesitará un programa de rehabilitación que consistirá en bajar la inflamación, ayudar a la regeneración del ligamento y potenciar la musculatura de la rodilla con ejercicios de fuerza y propiocepción.
Rehabilitación y Fisioterapia
Hay tres aspectos que se trabajan durante la rehabilitación de una intervención de ligamento cruzado:
- La movilidad, que se trabaja desde el comienzo y que es la parte que “más ha cambiado de la recuperación”, dice el doctor.
- La propiocepción y el equilibrio, que ayudan a evitar futuras lesiones.
- El último aspecto la recuperación del cuádriceps.
Durante los dos primeros meses prácticamente solo se trabaja asistido por un fisioterapeuta en la potenciación del cuádriceps. El paciente deberá fortalecer la musculatura del muslo y la pantorrilla e intentar durante los primeros días extender por completo la rodilla y flexionarla más de 90º.
En la primera fase de la rehabilitación, al cabo de un mes se pueden introducir ejercicios fuera del gimnasio. Se empieza por la bicicleta, “porque es un ejercicio físico que se ha demostrado con estudios fisiológicos que no hace trabajar absolutamente nada al ligamento cruzado y es muy eficaz para reforzar el cuádriceps”. A partir de las 8 o 10 semanas el paciente puede empezar a practicar la natación, que “también es un ejercicio en el que el ligamento no trabaja apenas y sirve para potenciar el cuádriceps”.Al cabo de 3 meses y medio comienza a hacer algo de carrera continua.
Esos son los tres deportes que se pueden hacer durante la fase inicial de la rehabilitación. “A las personas que se operan de un cruzado no se les permite incorporarse a actividades deportivas como el fútbol o el baloncesto, por ejemplo, hasta que no han pasado entre 7 y 9 meses. En deportistas de alto rendimiento, como hacen una fisioterapia más intensiva, tal vez se pueden incorporar un poco antes”, expone el especialista. Para poder volver a realizar una practica deportiva con normalidad, “uno de los criterios que se adoptan es que hayan pasado los meses suficientes para que el ligamento cruzado injertado esté fuerte, y el otro es que tengas un cuádriceps igual que antes de la operación”.
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